Silencios.

¿Y si quiero gritar, llorar y desgarrarme la voz, la garganta, el alma? ….. Pero en silencio, siempre en silencio.
Hay silencios que dañan, que hieren, que consienten y matan, hay silencios cobardes.
Pero hay silencios que son gritos atormentados, desolados, exasperados.
Son silencios que fustigan la mente y el alma de un corazón devastado.
Silencios llenos de palabras no dichas, de gritos ahogados,  que llenan el aire, que retumban en el pensamiento, en los oídos, en la garganta, que oprimen los pulmones en una apnea forzada.
Son silencios.

Son, mis silencios.

Palabras.

Ese momento en el que el miedo te atenaza el corazón,  en el que te sientes al borde mismo del abismo.
Y solo esperas escuchar unas palabras que te arranquen de la caída que te arrastren en sentido contrario, que impidan a la gravedad ejercer su atracción. 
Unas palabras que te devuelven a la vida, que liberan en tu interior la fuerza de mil mares que te atrapan  y es entonces, sólo entonces cuando en un último intento desesperado por sobrevivir te impulsas y  un grito ahogado emerge de lo más profundo de tu ser.
Y estas viva.
Y te derrumbas,  y tiemblas,  lloras, y quieres gritar....estoy viva.
Estoy viva porque una vez morí ante esas palabras que no fueron pronunciadas.

Recuerdo.

    Recuerdo sólo momentos, situaciones, lugares, no recuerdo personas ni caras, no recuerdo olores ni gestos.
     No recuerdo porque no tenían sentido, no formaban parte de mi vida. 
     No recuerdo, simplemente no recuerdo.
   Porque nada me llegaba, nada me impresionaba, todo era gris, anodino, tedioso; rostros, cuerpos, conversaciones, todo vacuo de emociones, de sentimientos.
     Un corazón vacío, frío y  distante, quizás necio por ese desprecio a la vida.
    Pero un corazón, mi corazón, que rompí yo en miles de astillas porque sólo así se recomponen las cosas, sólo así, de la nada, puede resurgir algo nuevo, fuerte y con valor.
     Rompí mi corazón, con nervio y firmeza, a sabiendas del peligro que corría, y lo rompí con miedo a no saber recomponer lo; y mi corazón arrastró al alma, a la mente y todo mi mundo se desmoronó; todo lo que yo pensaba, lo que creía, lo que vivía, dejó de tener sentido y me vi, me sentí, hundida y desolada, empujada a un abismo tan cegador como fascinante.
   Y fue largo el camino, duro, pedregoso, pero ni un solo minuto dejé de aprender, recomponiendo las partes rotas de mi ser. Han sido años de vacío, años grises, en los que nada ni nadie ha dejado huella, años de los que no hay recuerdos más allá de algunos momentos.
    Años sin recuerdos, años de los que me avergüenzo por no haber sabido, ni querido para que negarlo, sentir.
   Me negaba esa parte de la vida, imprescindible y esencial para hallarse completo, y navegaba cómoda en un mundo plomizo y sombrío, donde las personas carecían de sentido, donde eran meros objetos a mi caprichosa merced. Y era mi necesidad de sentirme viva, mi urgencia por recomponerme, mi ansia de vivir la que jugaba en mi contra y fracaso tras fracaso mi mundo se tornaba más oscuro, más vacío; me distanciaba más de las personas, las cosificaba más, las utilizaba más. Lamentable realidad.
    Pero llegó el día, no recuerdo exactamente cuándo, en que volví a percibir que mi corazón latía, y con él asomaba mi alma tranquila y en paz. Y me hice grande, fuerte, capaz.
   Había sufrido, pero valió la pena, había crecido, me había fortalecido, mi mente más brillante y lúcida, más objetiva y sensata, más abierta y entregada, manejaba un corazón latente y vivo y una alma serena y calmada.

    Y sigo aprendiendo, sigo creciendo. 

Hay que tener valor.

Hay que tener valor, hay que ser valiente, para decidir que nada ni nadie te importa y seguir ahí.
Pero también hay que serlo para aceptar que no eres interesante para nadie, a menudo nos hacemos los sordos, nos inventamos mil excusas para permanecer cerca de esa persona que no nos aporta nada, justificamos lo injustificable para que no nos aleje de su órbita.
Y esto es perfecto cuando no se espera nada de ella, cuándo se tienen claros los objetivos de cada cual; el problema surge cuando por esperar algo a cambio de nuestras atenciones, de nuestro tiempo, de nuestro amor, nos frustramos, nos deprimimos, al no recibir nada. Porque no nos engañemos, el amor desinteresado no existe, nadie da amor sin esperar nada a cambio; somo egoístas y el simple gesto o expresión de "yo no espero nada a cambio" lleva implícita la satisfacción de "mira qué bueno soy que doy sin esperar", tácitamente esperamos el reconocimiento a nuestra altruista labor.
Damos y esperamos recibir, sin darnos cuenta que podemos acabar siendo molestos para el otro, que el acuerdo al que creemos pertenecer lo hemos establecido unilateralmente; y es que no podemos obligar a nadie a prestarnos atención, afecto, amor, por mucho que nosotros le demos. Hay que ser valiente, y dejar marchar, aceptar que se está solo y seguir viviendo; porque de lo contrario podemos salir lastimados, podemos sufrir innecesariamente.
La frustración amorosa puede llevarnos a pensamientos negativos sobre nosotros mismo, bien porque no nos creemos merecedores de amor, bien porque atribuimos a nuestro cuerpo o a nuestra actitud el rechazo.
Hay que ser valiente y aceptar que estamos solos, encontrarnos en paz con nosotros mismos, aceptarnos y amarnos, porque sólo así podremos encontrar a alguien que nos acepte de verdad, tal como somos.



Hay días y días.......

Hay días y días, y ayer fue "EL DÍA", que sí, que ya sé que no paro, que hago muchas cosas, pero c*… es que no me da la vida.
Ni bajar el ritmo, ni zapatillas de deporte, ni descansar, nada, hay días que no me funciona nada………….
Y esto lo empecé a escribir el martes, y estamos a jueves y seguimos con el puñetero DÍA, el dolor se me hace insoportable en algunos momentos; hoy el estómago lo tengo del revés, y las manos hinchadas porque esta mañana he estado limpiando cristales.
Necesito un respiro,  una tregua, dialogar; palabra tan de  moda; con mi fibromialgia, hablarle de tu, porque nos conocemos ya unos añitos, hablarle desde el respeto, con cariño, y decirle:
Querida fibromialga, llevamos 15 años juntas, hemos pasado épocas muy unidas, demasiado para mi gusto, pero también ha habido épocas en que nos hemos distanciado, sin olvidarnos una de la otra, como dos buenas amigas que por circunstancias dejan de verse, de hablarse a diario, aunque tu nunca has dejado que me olvidara de ti, siempre estabas ahí con un saludito a mi espalda, a mis brazos, a mis manos……siempre tan atenta, siempre tan tú.
Sin embargo nos llevábamos bien, son tantos años ya, nos conocemos. Hasta que un buen día cansada ya de que te ignorara, de que te desatendiera, te sentiste airada, cual ex indignado/a y decidiste reaparecer en mi vida, simplemente porque sí, porque querías ser la protagonista de una vida que ya no te incluía, que ya no te tenía en cuenta; y aquí nos hallamos, en una liza inflexible, donde comenzaste ganando porque me pillaste con las defensas bajas, centrándome en vivir y disfrutar; pero ay amiga, parece mentira que no me conozcas, sabes que no me rindo, que tengo mis rabietas, que  me agobio, me desespero y en esos momentos me crees vencida; aunque también sabes que no es así, conoces mi espíritu luchador, beligerante, y sabes que no me rindo tan fácilmente.
He puesto todo de mi parte, Unidad de Fibromialgia, tratamientos, descanso, relax, adaptación, y ahora la contienda está más igualada, vamos  superando pequeñas batallas, asaltos, y la guerra se hace más llevadera; si bien en algunos momentos como estos días en los que me superas y te crees vencedora porque me ves más frágil te vienes arriba y me atacas cruelmente por todos los flancos, brazos, manos, cabeza, espalda, mente, estómago, intestinos, piernas, caderas; en estos momentos te digo, que sigo luchando, que sigo viva, y amiga, mi querida amiga, sigo siendo fuerte, enérgica, tenaz y no me rindo; no lo olvides, no me rindo.
Te plantaré cara una y mil veces, porque soy valiente, porque me mantengo serena y fría, porque tengo vida, porque soy feliz, porque tengo miles de cosas que llenan mi vida; así que amiga mía, tu sigue luchando, porque es tu obligación, pero quiero que sepas que esta guerra la tienes perdida.
Quisiera decirte hasta nunca, pero sé que estamos condenadas a convivir, así que te propongo, te sugiero que nos llevemos bien, yo te cuido, tu no me molestas; ¿Qué te parece?, piénsalo, creo que salimos ganando las dos.
Tu compañera.
Maite.


Y observo.

A veces, más de las que me gustaría, me siento vacía, sola, pequeña y perdida en un mundo que gira sin mí, en un mundo al que no pertenezco, al que observo distante y escondida con miedo a ser descubierta.
Es un mundo en el que la gente va y viene, pasa y se olvida, y yo miro, observo el extraño juego de las personas, de las relaciones, y es entonces cuando me siento más aislada, pero también más vacía, más fútil.
Y es que no me siento del mundo, no me siento de la vida, no me siento de ningún lugar, de ninguna tierra…….sólo observo y espero, espero y respiro.
Respiro y el aire llena mi cuerpo,  lo vuelve etéreo, puro, irreal; lo lanza al infinito, a la oscuridad inmensa del firmamento.
Oscuridad que llena mi indolente cuerpo, desde donde escudriño el mundo en silencio. En un silencio que clama la necesidad de sentir mi existencia, es  un grito desesperado de rabia, de dolor, es un grito mudo que me desgarra el alma.
Y observo, y el mundo gira.

Y mi vida pende vacía en un universo sin sentido para mí.

Hoy también tengo Fibromialgia

      Hoy también tengo Fibromialgia, porque la fibro no sólo es dolor.           La fibromialgia son limitaciones, son miedos, incertid...