Que soy grande.

Que soy grande, coño.
 Por supuesto que sí, que valgo, soy fuerte, valiente y dura.
Pese a que a veces me olvide, me derrumbe y llore, lo sé, sé que soy grande.
Mi autoestima es el espejo donde me miro, y aunque en ocasiones haya quien se obstine en empañarlo, en taparlo para que evite sentirme así; yo lo sé, soy grande.
Y ni palabras envenenadas, ni miradas cargadas de inquina y por supuesto ni mentes controladoras y perversas pueden conmigo.
Que soy débil y frágil, sí, también   lo sé; pero lucho, me afano, me esfuerzo por estar bien, por ganar cada batalla en esta guerra que va durando demasiado y que me acompañará de por vida.
Son batallas a las que me enfrento a diario, a veces simples escaramuzas por un esfuerzo mal hecho, pequeñas contiendas por una mala postura, pero batallas a las que me encaro todos los días.
Pero otras veces son grandes cruzadas que a veces pierdo, pero de las que siempre aprendo y salgo reforzada para la siguiente ofensiva; soy grande, lo sé.
No obstante, esta continua riña me debilita física y mentalmente; son demasiados momentos malos, demasiado dolor, demasiada ansiedad, demasiadas interrupciones a mi vida, demasiadas normas…..demasiados demasiado.
Y aunque me esfuerce para controlar este cansancio mental, psicológico, a veces me quedo arrinconada por el desánimo, en un rincón oscuro, tétrico y sombrío, donde nada tiene sentido, razón de ser, donde pierdo mi espontaneidad, mi alegría, mi ilusión. Pero salgo, siempre salgo de ese rincón.
Siempre busco reencontrarme, relajarme y centrarme en mí, en respirar, en "ser" y "estar", y pongo en orden mi cabeza, priorizo y ordeno; dejo de lado lo secundario, lo que no me hace feliz, y me centro en lo que amo, lo que me identifica y decido cuidarme, volver a ser yo, porque yo, soy grande.


La vida me debe.

La vida me debe risas, horas de juego, puestas de sol, días de lluvia, cenas de amigos, copas de vino……la vida me debe.
Me debe, sí, me debe; la vida me debe el tiempo vivido, olvidado, perdido.
Me debe las grietas ambiguas, los tiempos borrosos, la memoria vacía.
Que puta es la vida.
Que ha jugado conmigo, viviendo mi vida.
He sido su marioneta, un títere sin alma, un pobre muñeco perdido.
Y ha movido los hilos, cortando mis alas, vaciando mi mente, borrando momentos, ilusiones, sueños; convirtiendo mi vida en un espejismo, una pesadilla, un constante delirio.
Los años, los instantes perdidos.

La vida me debe.

Si vas a quererme.

Si vas a quererme tienes que saber que mi mundo es extraño, muchas veces sombrío y profundo, otras muchas esplendoroso y rutilante.
Y si vas a quererme tienes que conocer el lado oculto de mi luna, tienes que conocer mis días grises y mis noches oscuras.
Tienes que conocer mi llanto desesperado, mi grito ahogado.
Tienes que saber de mi dolor, de mi cuerpo maltrecho, y de mi mente dañada.
Saber que no viajo sola, quién me acompaña en esta lucha diaria por seguir avanzando.
Compañía que me lastra, que me maltrata, que por momentos me destroza, me rompe.
Mi fibromialgia y mi espalda son mi Espada de Damocles, constantemente penden sobre mi cabeza, sólo que con la mala fortuna que en lugar de una crin de caballo; mi particular espada está suspendida por un hilo elástico, lo que la hace bajar y dañar, subir y dar tregua, y así en una oscilación continua.
 La espalda se suma al dolor, es delicada, pero cuidándola un poquito nos llevamos bien, los 10 interminables meses de corsé sirvieron de algo, he interiorizado los movimientos, las posturas y los límites, de manera que controlando mis límites minimizo el dolor.
Pero mi amiga la Fibromialgia, eso es otra cosa, otro mundo, sombrío y despiadado.
Así que, si vas a quererme, tendrás que hacerlo con mi ritmo más lento, porque necesito descansos y mi cuerpo no admite las prisas; con mis noches insomnes y mis días de sueño; con mis crisis de dolor que a veces me desesperan; con mis cambios de humor inducidos por el sueño, el dolor, la rabia, la impaciencia y el pesimismo que en ocasiones no puedo evitar; con mis tratamientos, mis reacciones alérgicas, mis continuas visitas médicas. Tendrás que quererme con mi mente nublada, mi mala memoria, mi lenta reacción.
Pero, sobre todo, tendrás que quererme con paciencia, con comprensión, con mimo y cuidado.
Tendrás que aceptarme, apoyarme, animarme, estar a mi lado, porque eso, todo eso, es lo que yo exijo y ofrezco, es lo que necesito y doy.


Yo sólo quería llorar.

    Yo sólo quería llorar.
    Pero el mío es un llanto reprimido durante meses, años, quizás.
    Un llanto sometido por la conciencia, por la educación.

   Y yo sólo quería dejar correr las lágrimas, desahogarme, sacar el miedo, la inseguridad, la ansiedad que me angustia por dentro. Pero no es fácil, no lo es, porque nadie escucha, no estamos preparados para dejar llorar a alguien a nuestro lado.

   En cuanto le dices a alguien cercano, hoy estoy mal, su respuesta inmediata es, "venga, va, no digas tonterías, si estás de maravilla", o te sueltan algún comentario jocoso, que no hace más que hacerme sentir peor, una quejica, débil.

   Y una broma tras otra, que a mí me sientan como un golpe a mis sentimientos, a mi orgullo, a mi autoestima, que por momentos se va debilitando ya que irremediablemente no puedo evitar pensar…..será verdad que soy frágil, delicada, pusilánime. Y me dan ganas de callarme, dejar de hablar y olvidarme de esa persona, porque una vez más, y ya son muchas en estos años, me siento incomprendida.

    Que sí, que todo va perfecto mientras me mantengo activa y positiva, vital y optimista,  cuando enarbolo mi bandera de "Siempre adelante", en esos momentos todos son vítores y aplausos;  pero cuando decaigo, cuando me hundo un poquito, porque al fin y al cabo soy humana y a veces me siento sola y perdida. En estos momentos son pocos, muy pocos, por no decir nadie,  lo cual me parece muy triste reconocerlo; en estos momentos malos, no hay nadie que de verdad me diga, ven, cuéntame, llora y desahógate, grita y patalea, que yo estoy aquí a tu lado, tienes mi hombro, un abrazo, un silencio que no va a interrumpir tu llanto.

    Pero es normal, no culpo a nadie, porque no es fácil ver llorar a una persona, verla sufrir; pero no es fácil porque somos egoístas y nos incomoda, y queremos que acabe ya, para sentirnos mejores personas, por haber conseguido la contención de sentimientos que no sabemos manejar. Y la persona que está frente a nosotros mientras lloramos no es consciente de lo importante y valiosa que es para nosotros, puesto que no nos mostramos vulnerables ante todo el mundo, sino, sólo ante personas de nuestra total y más profunda confianza.

    Y si te paras a pensar tampoco es tan difícil estar junto a alguien que necesita desahogarse en forma de llanto, fundamentalmente consiste en acompañar, simplemente estar en silencio y calma frente a la otra persona; y hacerle ver que estar triste y llorar  es  una emoción más, totalmente aceptable y necesaria y que todos hemos sentido en algún momento de nuestras vidas.

    Asimismo, personalmente entiendo que el llorar o la tristeza es una gran oportunidad para profundizar en el autoconocimiento, todo tiene siempre una parte positiva, y el llorar, además de otras razones fisiológicas beneficiosas; te permite poder prestar atención más fácilmente a tu interior, y conocernos mejor, ya que nuestros sentimientos y emociones se encuentran a flor de piel, más accesibles que de costumbre. El llanto nos permite ver cómo nos tratamos, cómo nos consolamos, qué nos decimos en esos momentos, si nos permitimos estar tristes y llorar, o si por el contrario nos castigamos, con frases crueles y dañinas que inconscientemente nos repetimos, lastimándonos , bien porque es lo que siempre hemos oído, bien porque es lo que pensamos.

    Y es bueno el llanto también porque ayuda a reducir el estrés emocional que acumulamos por diversas razones, y de ésta manera, al liberal estrés, además disminuye el riesgo de una gran variedad de enfermedades causadas por el estrés.

Y yo más.

   Uno de los problemas de las personas con enfermedades crónicas, mundo en el que me muevo por mi fibromialgia, es la falta de empatía, a veces incluso respeto, hacia otros enfermos.

   Y es que basta asomarse a la sala de espera de un especialista, de una Unidad de atención especializada, de un grupo de autoayuda, para comprobar que el tema favorito de conversación es el "y yo más", hablando de fibromialgia, la conversación siempre gira entorno a "a mí me duele más", "yo tomo más pastillas", "yo tengo más dolores", "yo tengo más problemas"….yo, yo, yo.

  Sinceramente, me aburre.

  Y me deprime, sí, también me deprime porque yo no quiero ser la más, yo es que no quiero ni ser.

  Es una competición absurda, pero ahí está, en todo momento.
  E intento mantenerme firme, inalterable, en mi positivismo, inamovible en mi perspectiva de la enfermedad, del dolor, como un compañero contra el que no hay que luchar, sino comprender y aceptar para poder así trabajarlo, llevarlo mejor.

  Pero no, ante una  actitud como la mía de "a mí nada me para", "siempre adelante", la respuesta, vergonzosa, mezquina, cruel y llena de inquina es "pues no estarás tan mal, porque si estuvieras como yo….". Y me dan ganas de contestarle, perdona, no te has puesto mis zapatos para comprobar mi dolor, para saber que hay días que no me tengo en pie, que hay días en los que la espalda me impide casi andar, en los que el insomnio me mantiene en vela horas y horas, en los que mi estómago se declara en rebelión contra todo tipo de alimento, en los que mi cuerpo responde con una alergia a un nuevo tratamiento, días en los que soy incapaz de retener una sola palabra, hay días que me tiraría al suelo en un intento desesperado de encontrar la postura adecuada que calme el dolor, y que me daría cabezazos contra la pared por no conseguirlo. No te has puesto en mis zapatos para poder juzgarme, pero es que tampoco quiero que lo hagas, porque no quiero darle protagonismo ni a mi dolor, ni a ti, no quiero a mi lado personas que me lastren.

  Porque yo lucho cada día por estar mejor, y lo consigo, es una dura guerra, pero batalla a batalla voy enfrentándome a mi fibromialgia, y a veces gano, otras no, pero da igual, porque siempre adelante, no me rindo.

  Es deplorable que entre nosotras no nos ayudemos, no nos apoyemos, al contrario, nos esforzamos, bueno, se esfuerzan, en pisotear a la compañera para quedar por encima en la triste carrera del "y yo más".

  De manera que muchas veces me planteo seguir mi camino sola, porque no encuentro el apoyo que busco y necesito en mis compañeras enfermas.
  Yo tengo fibromialgia, y me acompañará toda mi vida, lo sé, así que intento llevarlo lo mejor posible, comprender el dolor, sentirlo, conocerlo, y así poder controlarlo, manejarlo para conseguir una mejor calidad de vida. No lucho contra él, porque es una batalla perdida.

  Yo tengo fibromialgia y soy feliz, intento disfrutar de la vida, vivir, sentir, y dar gracias por todo lo que tengo.

Mi fibromialgia y yo.

   Mi fibromialgia y yo nos sentimos perdidas, sí, la verdad, un poco desorientadas estamos y por qué no decirlo abandonadas.
    El otro día acudí a revisión a la Unidad de Fibromialgia, y sinceramente, llamarlo revisión es mucho llamarlo, porque me sentí como cuando en el super te tropiezas con una conocida que hace tiempo no ves, y la escena es más o menos:
  • Holaaaa….que tal…no te había visto…….¿ Qué tal todo, bien?…..¿Sigues en el mismo trabajo?... ¿tus hijos bien?..... Qué tal tu madre, me enteré que la operaron, pero chica, ni tiempo, siempre voy loca, corriendo……venga, sí, a ver si quedamos un día, ¿un café? Claro, cuando quieras…..Adiós…..
     Y te quedas con un montón de información que no te interesa y olvidas en el mismo momento que escuchas cómo pasan los números en la charcutería…..ay que se me pasa…… y también te sientes un poco tonta porque de repente recuerdas que alguien te dijo que se acaba de divorciar con mil problemas, o que murió su padre, o que sólo tiene un hijo con una adolescencia muy mala…….en fin….que como interacción social, como intercambio de información es un fracaso, pero las reglas sociales obligan y hay que saludar y preguntar.
    Pues lo mismo, que me disperso, lo  mismo en la consulta del médico. La fibromialgia es un saco donde todo cabe, una Caja de Pandora mejor dicho, porque al igual que en el heleno recipiente, en ella se encuentran todos los males, todos los síntomas, síndromes y enfermedades. Eso sí, y en honor a la verdad, también se encuentra en esta mitológica caja la esperanza, que es lo único que al abrirla no se escapó, y que es lo que siempre queda en el fondo, la esperanza; de mejorar, de dejar de sufrir dolor, de volver a tener una vida normal. La esperanza.
    Y así trascurrió la consulta, entre preguntas de qué tal te encuentras, cuántas pastillas te tomas, y un siempre desesperado ¿entonces también es por la fibromialgia?.
    Pues sí, es por la fibromialgia, el tener fiebre por las tardes, la pérdida de equilibrio con su consiguiente mareo y malestar continuo, el tic en el ojo, las nuevas alergias, las continuas molestias estomacales, las reacciones en la piel, los problemas de sueño, sí, todo esto es nuevo, desde el pasado julio han surgido para quedarse todos estos síntomas.
    Han aparecido y se han instalado, pero bien instalados, no son síntomas que hayan aparecido en un momento dado, no. Son síntomas que me acompañan día a día, junto a los que ya tenía, como el dolor continuo, la pérdida de memoria, el cansancio…………..y podría seguir escribiendo, añadiendo síntomas y problemas, pero la memoria no me da para más, y tampoco quiero perder mucho el tiempo en recordarlos, pero están ahí, lo aseguro.
    Y me siento perdida porque después de 15 años con la enfermedad estamos casi como al principio, los mismos consejos, recomendaciones, las mismas explicaciones; cansan, aburren. Me aburre escuchar una y otra vez, "eso va a ser de la fibromialgia, pero por si acaso vamos a hacerte pruebas", y venga, cita para el neurólogo, el otorrino…….pruebas y más pruebas, que nos van a decir lo que ya sabemos, es la fibromialgia.

     La puta fibromialgia, con perdón, que no me da un día de tregua, un día libre, en el que pueda decir, no me duele nada, me siento bien; menos mal que con mi ánimo no puede, aunque haya días que llegue a dudarlo; pero como suelo decir, siempre adelante; porque la vida es maravillosa, y tengo miles de motivos para ser feliz.

Hoy también tengo Fibromialgia

      Hoy también tengo Fibromialgia, porque la fibro no sólo es dolor.           La fibromialgia son limitaciones, son miedos, incertid...